Boda en Auschwitz

El 18 de marzo de 1944 la madrileña Margarita Ferrer Rey y el austriaco Rudolf Friemel se casaron en Auschwitz con el permiso de los oficiales de las SS.

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La pareja se conoció durante la Guerra Civil española, Rudolf Friemel, comunista, formaba parte de las Brigadas Internacionales.

Al acabar la Guerra civil, Margarita y Rudolf abandonaron España y se marcharon a Francia. Allí, en 1941, nació su hijo Eduard.

Tras la ocupación nazi, el matrimonio fue enviado a Alemania, donde pasaron un tiempo juntos en Stuttgart, fueron los últimos meses en libertad de la familia. En esta ciudad Rudolf fue apresado y enviado al campo de concentración de Dachau, en Múnich y a continuación fue trasladado a Auschwitz en uno de los denominados «trenes de la muerte»

La pareja quiso casarse, aunque fuera entre los muros del campo de exterminio de Auschwitz. Cuando te han quitado todo, hasta el más mínimo detalle haces todo lo posible para cumplir tus sueños. Así, Rudolf logró el permiso de las SS para la boda. Los SS  le prestaron un traje y una corbata y Margarita, que era libre, pudo entrar a Auschwitz con su hijo Eduard,  con el padre y el hermano del novio, que hicieron de testigos.

 Tras la ceremonia, uno de los presos del campo, Wilhelm Brasse, inmortalizó el momento con una fotografía que sí figura en el archivo de Auschwitz-Birkenau.

Lo cierto es que la autorización no fue más que un ejemplo del cinismo cruel de los nazis, un extremo relativamente habitual en el campo de concentración. Miklos Nyiszli, prisionero judío que hizo de asistente médico del doctor Josef Mengele, escribe en su diario («Fui asistente del doctor Mengele») que, después de tres meses en Auschwitz, aprendió que nada es lo que parecía y que todo en esa fábrica de muerte tenía un doble fondo. «Ya he aprendido que cuando un SS dice que algo es negro, y aunque a mi me parezca que es negro, no tengo que confiar en él». Él mismo gozó de varios permisos de la misma naturaleza; pudo buscar a su mujer y su hija entre los barracones femeninos porque le entregó a Mengele un frasco con cálculos biliares hallados en un cadáver. «El detenido A 8450 está autorizado a circular por el KZ de Auschwitz sin guardias. El permiso tiene validez hasta su revocación. Firmado: Dr. Mengele», decía el salvoconducto, según narra el Nyszli en sus escritos.

En el mercado clandestino que se desarrolló en Auschwitz, con tratos de favor por una simple cajetilla de cigarrillos, un gesto macabro como el de Nyiszli era suficiente para alcanzar un propósito; vital para quien lo pedía e irrelevante para el verdugo.

Así, a pesar de la inexistencia de pruebas documentales, no es de extrañar que el permiso otorgado a  Friemel se le concediera por un movimiento similar.

LA TRISTE FINAL HISTORIA DE AMOR EN AUSCHWITZ

Por sorprendente que parezca, el contacto entre los presos y el personal de las SS era común.  Rudolf Friemel murió porque uno de los soldados traicionó su plan de huida de Auschwitz. El comunista austriaco fue uno de los cinco prisioneros que trataron de escapar el 27 de octubre de 1944, solo unos meses después de la boda en Auschwitz. Johann Roth, el miembro de las SS que al principio les ayudó a burlar el alambre de espino, finalmente les delató. Friemel fue ahorcado en uno de los patios de Auschwitz junto a otros cuatro hombres el 30 de diciembre de 1944.